Cabalas
por Solange Rodriguez

 
 Estrujado y húmedo,  el cuerpo de la gitana se aplasta contra las suertes que acaba de arrojar sobre la mesa. Esparcidos en la alfombra han terminado los bálsamos, los cirios rojos y los signos de fuego. Desde los velos entreabiertos de la carpa, alguna madrugada extraviada en instintos y un gato amodorrado espían mi arrebatada ceremonia.

 Mientras su aliento zumba en mi oreja y sus piernas de araña patalean atacando mis costados, con cada nueva acometida le pido que vuelva a intentar adivinar mi destino porque la locura no es la carta  que me rige.