Con el peso de este cuerpo
por Marcelo Nieto


Este enorme dolor de sentirme yo solo
esta trampa áspera que son mis manos buscando a tientas
 un soplo de eternidad
esta ardua tarea de ejercitar mis pies hasta el cansancio
 en una carrera hacia el otro lado
estos ojos escondiendo secretamente
la imagen de la muerte que se acerca a raudales
como el agua de un curso desbocado

Extranjero en un Edén de sombras, y corredores sin final
tal vez, un pájaro migratorio de paisaje en paisaje
en una interminable inspección de rocas firmes donde morar;
acaso, el único hombre en inhóspita peregrinación
hacia sí mismo
hacia muy dentro donde alguien presuroso escarba
como una alimaña en busca de la piedra que revele el misterio

Sólo un despojo arrojado desde algún lugar lejano
para reiniciar nuevamente el juego de arenas, y de gestos
No poseo memoria de un ayer,
ni sé que fue de mí en otro lugar de barcas de piel de tigre,
y cantos hermosísimos como cirios consumidos en el silencio
en un templo antiguo

Solamente una luz ínfima,
el gesto borroso de unos ojos bellos,
de una mano agitándose en un aire levísimo,
y esta fría corriente de viento en mi alma replegada
puede acaso que sean las cifras de un país olvidado,
de un dios que prestidigita mi existencia
en una tirada de dados trucados para siempre

Y este cuerpo mío a la deriva,
esta piel excesiva que no reposa nunca en alguna alameda azul,
esta sangre que aúlla como perro o lobo
por su pedazo de carne robado
por su costado de inmortalidad hurtado siniestramente desde siempre

Y hasta cuándo este sol de tantos días inútiles
- perverso aliado de ése Otro que se esconde tras un muro -
centelleando en mi cabeza,
deslumbrándome en un alucinamiento continuo
para que me pierda en algún sendero,
y no halle nunca la salida;
y me abarque un llanto incesante, y me repliegue
nuevamente
en este montón de escombros deshilachados que soy

¿Habrá acaso al final de este camino
alguien que reditúe esta sed insoluble,
tal vez, una extremidad que me reciba acariciando
suavemente
los párpados,
tan siquiera, una sombra con los brazos tendidos que me aspire
en un abrazo perfecto para inscribirme en su propia lejanía?

Es difícil saber,
y no es posible pensar que se pueda divisar
más allá de lo que estos cansados ojos pueden ver.
Sólo oigo rumores,
por ahora, pasos ausentes a lo lejos.
Una inmensa superficie de arenas antes mí,
y yo solo.