Destino
por Abel Velázquez


El camino hacia el trabajo se hacía cada vez más ancho y largo que de costumbre. Normalmente un taxi habría solucionado el problema de la lluvia cayendo inclemente sobre una madrugada más, apenas arriba de los cero grados centígrados, pero era necesario pensar. Pensar mucho si es que se podía llamar de alguna manera al silencio denso, que acompañaba el sonido rítmico de los pasos encharcados que mecánicamente avanzaban sin querer llegar a ningún lugar.
El recuerdo de la cibercarta recibida apenas la madrugada anterior se agolpaba en la memoria como una marejada difícil de entender y de explicar. Las letras bailaban en los recuerdos como imágenes burlonas que se acomodaban en una sola oración una y otra vez.
"La verdad nos hará libres",  pensó con desgano e imaginó que tal vez al hacer dicha propuesta, alguien estaba pensando en otro tipo de verdad diferente a la que había encontrado en su e-mail aquella madrugada. Pensó en la ambigüedad de los mensajes anteriores y en cómo de pronto hubiera deseado encontrar repetitiva la retórica de la mujer que hasta un día anterior le había atormentado cerca de siete meses atrás. "tal vez desde antes", pensó en voz alta y la gente que estaba esperando en la esquina de la calle lo miró con extrañeza sin recibir una sola señal de atención de parte de él.
Los zapatos empapados por la constante lluvia eran una imagen que ahora le parecía hasta normal. Era como si de pronto el cuento escrito para ella lo hubiera atrapado y le proporcionara su nube negra particular para acompañar la desolación con la que se abría paso sin destino alguno por entre la calle ancha de una ciudad como cualquier otra.
Se llevó la mano a la bolsa derecha del pantalón, nunca había reflexionado sobre la naturaleza de sus bolsas y en ese preciso momento se dio cuenta de que siempre que leía más de una vez algún escrito lo colocaba en su bolsa derecha y cuando pretendía olvidar o no tomar en cuenta algo lo colocaba en su bolsa izquierda. Sacó un papel doblado y maltratado por el número de veces que había intentado tirarlo a lo largo del trayecto y que evidentemente, había fracasado en el intento. Leyó una vez más las líneas que ya tenía memorizadas:

I.

 Como siempre tienes razón, soné un poco exagerada al decir que tardabas mucho en escribir, siendo que no me has dejado abandonada del todo. Mi lado pensante me dice que es completamente lógico que quieras alejarte de mí, ya que en cierta forma el conocerme te ha hecho daño. Es hasta ahora que voy a tomar la parte de responsabilidad que a mí me corresponde. El domingo tuve una plática con una amiga, que me hizo notar cuan estúpida he sido.

 "Mi lado pensante", repitió en voz alta como para que lo escuchara su cabeza, distraída por el sonido de las gotas de lluvia que ahora además corrían la tinta de la hoja de papel y hacían la lectura prácticamente imposible. ¿Qué tiene que ver el lado pensante en esto? Preguntó al aire. Una lágrima dolorosa salió apenas del rabillo del ojo derecho y una canción de Juan Luis Guerra apareció en su pensamiento, como si se tratara de una de esas escenas cinematográficas ensayadas a morir en las que el personaje se queda más solo que nunca en medio de la indiferencia colectiva que rodea la ciudad.
 "Tengo una curita en las venas para que tu amor no me duela si he de morir". Se repetía en silencio dentro de la cabeza mientras imaginaba que haber tomado la responsabilidad de sus actos sólo había logrado ubicar las cosas fuera del alcance de ambos. Pasó por su memoria el momento del baile aquel durante la fiesta de graduación, donde por el efecto del tequila se acercó hasta su oído y le dijo por única vez "te amo". No hubo respuesta en sentido contrario, imaginó que era más bien normal, nadie me iba a creer de principio a fin. Luego intentó rescatar más recuerdos como aquel, que le dijeran que la verdad era que no se trataba de un personaje creado por su imaginación como lo había pensado hasta un día antes de que ocurriera lo de la carta. Las letras volvieron a pasar frente a sus ojos como un tren de alta velocidad que arrastraba a su paso cualquier cantidad de elementos del pasado hasta despedazarlos.

II.

 Voy a partir de que en el momento en que te conocí estaba muy reciente el término de mi única pseudo experiencia de amor. Esa es una historia que no quiero incluir en esta carta, pero es importante referirme a las consecuencias que dejó. Siempre tuve una concepción bastante rosa de lo que es el amor, pero tuve que darme de topes para entender que no siempre es así. No sé si fue un error volcar todo lo que  sentía y dar tanto sin recibir nada más que algunos momentos agradables (que no han de haber sido muchos porque ahora no los recuerdo). Probablemente esta no sea una justificación muy fuerte para mi actitud, pero confieso que estoy bastante ciscada y todo ese derramamiento de amor se convirtió en hermetismo.

 Una sonrisa se deslizó por su rostro al leer: ...y todo ese derramamiento de amor se convirtió en hermetismo. Exactamente lo mismo me pasó a mí, pensó. Y tambien se detuvo en la reflexión de que si a él le hubiera tocado escribir la carta y no recibirla, tal vez habría colocado las mismas palabras, sin variar ni una sola frase. El escrito era por primera vez exageradamente claro. No sabía que de pronto una mujer al intentar deshacerse de alguien pudiera tener una amplitud semiótica tal que pudiera ser expresiva, reflexiva y hasta comprensiva al grado de no dejar lugar a preguntas. "Debería ser escritora",  pensó. Y sintió que contra su voluntad, saber que había sido capaz de amar tan incondicionalmente a quien jamás le iba a hacer caso, era una especie de condena que en lugar de provocarle para escribir, para enfrentar el nuevo horizonte de posibilidades, a él también lo había vuelto más hermético, temeroso, estúpidamente temeroso. "Creo que me estoy volviendo como ella", se dijo en voz baja mientras intentaba cruzar la calle, retando el transitar riesgoso de los microbuses y camiones urbanos del pueblo. "Muchacha ojos de papel, a dónde vas quédate hasta el día..." ¿Por qué pensé en esa canción? Se preguntó, pero no hubo una respuesta exacta sobre la petición que "El Flaco" Spineta hiciera a una mujer desconocida que trascendió el umbral del "one night stand".

III.

 Cuando tu me dijiste que me amabas sentí una mezcla de emociones que hasta ahora he podido comprender y que ahora me atrevo a confesarte. Me dio un gusto inmenso saberme amada, pero al mismo tiempo no podía comprender cómo yo podía inspirarte tantas cosas. Y es que no me sentía lo suficientemente importante o valiosa para que alguien me mirara de la forma en que tú lo hiciste. En esos momentos no podía decirte que te amaba porque no te conocía y estaba hecha bolas.

 "Nadie se enamora a primera vista", le dijo a una señora que intentaba cubrirse de la lluvia en una parapeto improvisado con una bolsa de nylon. "Pinche loco", masculló la mujer apenas sintió que la mirada de aquel hombre empapado se perdía de sus ojos. Él Pensó en lo maravilloso que debería ser sentirse amado por alguien. Pero desinteresadamente, sin la necesidad de inscribir al olvido entre las palabras o las acciones para poder sentir a plenitud. La memoria lo llevó al instante en que sintió que el amor le penetraba por el cuerpo como si se tratara de una enfermedad mortal que avanzaba contra su voluntad y le carcomía por dentro. Se vio de pronto en medio de una discotheque, observando como un desafortunado igual a él intentaba tomar la mano de ella en medio de los estrobos y la música estridente. También recordó como en una complicidad cómica él sonreía más de dolor que de satisfacción por imaginar que  tal vez en el futuro, sus alternativas eran las mismas que las del ingenuo aquel.
 "Nadie se enamora a primera vista", repitió y con un suspiro enorme cerró el recuerdo intentando no pensar en el origen de su soledad. "Ella no tiene la culpa", pensó y a través de sus palabras el momento en el que se prendió de sus ojos verdes desapareció como por arte de magia. La memoria le falló e incluso salió un instante del trance, preguntándose qué hacia fuera de su casa y por qué se encontraba empapado de pies a cabeza. La radio en una tortería cercana dejó escuchar una melosa canción de Luis Miguel: "pensando en ti, recordándote, descubro en cada amanecer...". Y como si se tratara de una frase activadora el dolor cerca del pecho regresó una vez más. Revisó su mano y encontró los restos de un papel mojado y destintado hasta el punto de la incomprensión. Lo arrojó sobre el asfalto de la calle y miró como la lluvia lo golpeaba una y otra vez; inclemente, como si estuviera bailando un zapateado sarcástico sobre la primera parte de sus recuerdos. La mano se buscó en los bolsillos el segundo papel de las palabras que le quedaban de ella y comenzó a leer sin hablar, detenido en la mitad de la banqueta esperando a que la lluvia hiciera su parte del juego del olvido.

IV.

 Conforme pasó el tiempo y fui conociéndote te hiciste necesario dentro de mi vida (prácticamente un vicio) y me era muy difícil dejarte ir. Lo cual es una actitud bastante egoísta, y te pido perdón ya que no es algo de lo que me sienta muy orgullosa.
 El día de mi graduación me diste el mejor regalo que me han dado en mi vida. Tanto me ha importado ese regalo que el día que leí el cuento donde describes el momento de la entrega me solté a llorar por no haber sido lo suficientemente expresiva. Leo y leo el cuento y todas las veces siento tanto coraje. Por favor Mago, créeme, ese disco significa muchísimo para mí, no creo que comprendas cuánto. Siento tanto que por mi culpa se te fuera el deseo de escribir, la única torpe fui yo, no tú. Quisiera poder regresar el tiempo, pero el hubiera no existe.
 "Perdóname todo si es que te ofendí, perdóname todo si es que te fallé es que no contaba con tu corazón, andaba de prisa y no pensaba en ti..." Cantó para que se escuchara en la calle ya prácticamente desolada mientras sus ojos se humedecían pensando en que cada vez se le hacía más difícil recordar las canciones que había dicho que cantaba para ella. ¿Por qué? Preguntó, ¿sería que tal vez no estaba tan enamorado como deseaba? No, eso no podía ser. La memoria corrió en su auxilio y se encontró de pronto de frente a la escena de alguna fiesta, no recordó de quien ni cuando pero la miró sentada, como hubiera deseado encontrarla cualquier tarde sabiendo que esperaba por él. Una vez más suspiró no dejando que el dolor lo hiciera llorar. Sabía que a la menor provocación todas esas imágenes se irían para no regresar y eso, la verdad es que lo espantaba sobremanera.

V.

 Desde hace un tiempo me he dedicado a enterrar mis sentimientos en lo más profundo y lo único que he conseguido es traicionar mis principios y hacerme más daño del que puedan hacerme los demás. Sólo bajo el efecto de unas copas he perdido la fuerza y saco todo lo que tengo acumulado. ¿Quieres saber por qué he llorado? Pues ahí te va: por ti, por lo que no fue, por el daño que nos hemos hecho… Acaso crees que Alejandro Sanz tiene que ver en mi manera de sentir?. Qué equivocado estás. Sucede que cada vez te siento más lejos. Antes te sentía cerca cada vez que cantabas una canción para mí. Lo irónico es que ahora me dedicas la canción más “x” e insignificante. Fue eso lo que me afectó, entre otras cosas. Tú piensas que yo no me doy cuenta de las cosas verdad?, pues fíjate que sí. Dices que no me fije en ti aquel día en la peña, me acuerdo perfecto que iba con Claudia, y la muy inútil se puso a hablarme precisamente cuando cantaste esa canción. De plano le estaba dando el avión, dentro de mí estaba escuchando cada palabra que cantabas. Pero en fin, en esa ocasión nuevamente saque a relucir mi pendejez. Y acerca de mi numerito del sábado, tienes toda la razón, no eres culpable. Yo asumo la responsabilidad.

 ¿Crees en el destino y sus señales? Le preguntó su reflejo escurrido en una ventanal cercano. No, la verdad es que jamás había creído a pie puntillas en el destino. Jamás hasta el día anterior, si ella no era su destino final, ¿por qué sentía que la vida se le estaba escapando de entre las manos?
 Recordó que siempre había alguna razón por la cual a punto de dar el paso definitivo algo salía mal, algo se interponía entre ambos, surgía una señal que hacía que el proceso normal se detuviera y eso de una o de otra manera se había transformado en el vicio particular del juego. Por ejemplo, siempre que decía que iba a mantener una distancia en virtud de la salud de la relación, la regla se quebraba inmediatamente sin poder establecer cómo. ¿Esas eran las verdaderas señales o la interpretación era la que estaba equivocada? "No hubo equivocación, fue solo error en la interpretación, hay tanto idioma para hablar de amor y el que tu entiendes no lo entiendo yo..." Cantó en voz muy baja, pensando en ella y en su mirada triste que siempre le dijo "por favor no preguntes..." Pensó tambien en lo maravilloso que era haber descubierto un refugio para sus escritos y en lo que representaba tener una musa. Imaginó que tal vez había exagerado algunos puntos en virtud de enriquecer las descripciones literarias y que tal vez la mujer que había encontrado en el fondo de su corazón era diferente de la que miraba alejarse de él cada vez que había oportunidad.

VI.

 Y bueno, respecto a los comentarios de Silvia, lo mejor que puedo hacer es dejarlos a un lado porque no tienen fundamento. Ahora me queda bastante claro qué tan importante es ella para ti. Es simplemente que me dan celos. Sí, celos de pensar que ella fue más importante que yo, y ahora que lo reflexiono pues ella tiene más peso dentro de tu vida. Y realmente alabo que ella sí haya tenido los suficientes pantalones para aceptar y externar sus sentimientos hacia ti.
Cada vez que tu amenazabas con pintar tu raya yo me ponía toda deprimida y corría a contarle a alguien, y no una, varias veces me dieron la respuesta a esta situación pero yo nunca tuve el valor de aceptarlo. Me siento tan frustrada por esta situación. Como dices, de mí no queda nada significativo mas que nuestra plática en Valle de Bravo. En cambio de ti, me queda todo. Me duele mucho darme cuenta que de mí no hay recuerdos, sólo anhelos no cumplidos.
Anhelos no cumplidos. "Alternativas de posibilidad", pensó en voz alta. "La existencia se define por la posibilidad de ser y no por la materialización de una potencia. Cogito ergo sum". Este Descartes era muy cabrón, dijo para si en lo que ya se había transformado en una especie de borrachera psicológica muy turbia y extraña, similar al estado letárgico que tienen los drogadictos en el momento de la resaca.
Imaginó que la palabra celos era lo que había estado esperando cerca de siete meses, era el regalo perfecto para una noche tan amarga. Pensarla celosa de él o de lo que representaba era como un triunfo que lo acercaba más a la felicidad que nunca, la sonrisa que se dibujó en su rostro no se la podía quitar ni el tiempo ni las absurdas circunstancias que lo habían hecho desear que ella desapareciera de su vida como si nunca hubiera pasado.

VII.

 “… creo que frente a ti ya he hecho bastante el ridículo…”. El ridículo lo he estado haciendo yo con mis miedos absurdos. Estoy segura que nunca me vas a hacer daño, porque de hecho eres el hombre más bueno que he conocido. Algunas veces te aceleras un poquito pero no es suficiente motivo para considerarte un hombre vengativo.
 Ahora vienen las respuestas a tus preguntas. A lo mejor la palabra “sangrón” no fue la adecuada, más bien debí haber dicho “parco”, “frio”. No dijiste algo que me molestara, más bien me molestaba lo que no me decías. ¿Quiero que seas el mismo de antes?, yo creo que eso no sería justo, además no creo merecerlo, aunque me duela. ¿Tus comentarios? No te preocupes, tengo la manía de querer interpretar a todo mundo, y más a los hombres. Trato de estar alerta para defenderme en cualquier momento, ya no me es muy fácil confiar tanto como antes.
 Al leer lo que estaba leyendo, volvió a pensar en el destino y en cuan complicado puede resultar interpretar las señales que emanan de este sin salir lastimado. Se miró sentado frente a la pantalla de la computadora tratando de hallar una razón para no escribirle poesía, para no decirle que la amaba más de lo que sus fuerzas le permitían soportar, más de lo que en realidad había podido sentir por alguien en su vida y se miró tambien desprotegido por la ley del absurdo. No era posible que alguien pudiera sentir tanto amor de la nada, ante los ojos de ella no iba a ser creíble jamás. Pensó en disfrazar los mensajes y al final de cuentas decidió notificar cosas triviales para no perder la cercanía con ella. Se encontró de pronto lastimado por sentir que no le alcanzaban las frases para descubrir una verdad en el fondo de sí mismo capaz de convencerla de que el sentimiento era real. Seguramente otra señal del pinche destino que se interponía aún mas gravemente en lo que deseaba encontrar. Supo que sus manos no deseaban recorrerla ni mucho menos, supo que al leer Romeo y Julieta la sensación que plasmó Shakespeare era la misma que ahora lo invadía y que le confirmaba que estaba enamorado de una mujer extraña que a diferencia de Julieta no podía corresponderle por diferentes circunstancias pero que seguramente se sentía conmovida en momentos. Pensó en olvidarse de todo y suplicar por un soplo de amor a cualquier precio, pero imaginó que ella no lo entendería, pensó de más otra vez y se sintió impotente como dentro de un sueño en el que no podía despertarse. Se preguntó si realmente se sentía enamorado como lo había deseado desde tanto tiempo atrás y la respuesta fue siempre la misma, estaba enamorado, aunque ella jamás le correspondiera, aunque ella no supiera la manera en la que ocurrían los acontecimientos, aunque el destino de interpusiera una y otra vez con su supuestas señales.

VIII.

 Creo que no fui lo suficientemente sincera contigo, eso se refleja en la ambigüedad que me ha caracterizado. Nunca te dije “no te amo” porque no era cierto. Nunca te dije “te amo” por cobarde. Para mí siempre fue más fácil el silencio, de este modo no me comprometía con nadie. En ocasiones me odio por no tener el coraje para tomar decisiones, tuve y tengo miedo. En estos días pensé mucho en mi actitud, en todas las veces que me he traicionado y todo lo que he perdido. Simplemente estoy decepcionada de mí. De ahí la hipersensibilidad. Tu no tienes la culpa de que me sienta mal.
Yo no quiero que vuelvas a ser el mismo desolado que me escribía todas las noches para decirme que me amaba. La posibilidad de que ya no me ames no es tan remota, y creo que día a día es más claro. ¿Qué voy hacer al respecto? Tomar la responsabilidad de lo que hice y lo que no hice. Quieres que te hable claro. No sé que tan adecuado sea decir la verdad, pero lo haré por sanidad mental y espiritual. Es algo que he cargado por algún tiempo y que nunca dije. No sé que vayas a pensar al respecto, pero he decidido cambiar y dentro de ese cambio está hablar derecho y eliminar mis temores. Mago… la única verdad es que te amé, no supe o no quise darme cuenta ni me atreví a decírselo a nadie. Perdóname por no haberlo dicho cuando aún era tiempo. Nos hice demasiado daño y me va a costar tiempo entenderlo y perdonarme.

 El último párrafo quizá por ser el más claro tambien era el más confuso. De pronto todo el peso de las palabras cayó como la lluvia sobre su humanidad ya desteñida y maltrecha. Había esperado tanto ese momento que ahora no sabía qué hacer. ¿Por qué no se sentía bien? Tal vez la utilización del tiempo pasado jamás había sido tan explícita como en ese instante. Recordó la definición gramatical: "una acción que comienza en el pasado tardío y termina en el pasado recuente pero que no ejerce continuidad sobre las acciones presentes o futuras". Te amé. La saliva más pesada que nunca recorrió la garganta deseando haber leído mal, haber encontrado un error de dedo que sustituyera la palabra por un Te amo, pero no, la frase estaba construida para decirlo de tal manera que se entendiera como que la acción había quedado enterrada en el pasado inmediato de ambos. Una vez más el destino había decidido jugar a no dar la oportunidad o a enterrarla entre tentaciones adversas. Te amé, pensó una vez más no deseando pasar al siguiente texto e imaginando que cada vez que el se alejaba ella intentaba acercarse hasta que en el ritual de la seducción ella se había dado por vencida antes que él. Una idea circundó el espacio entre la pantalla, la calle lluviosa y la cabeza de aquel hombre desolado. O bien está enamorada o ya tiene novio o acaba de descubrir gracias a mí que no puede darse la oportunidad de fallar otra vez con otro hombre diferente. Esto no es común. ¿Me dejó de amar por imaginar que yo la había dejado de amar cuando en realidad la estaba amando más que nunca? ¿O solo lo dijo por zafarse de la oportunidad de amarme? El vapor que manaba de su boca se hizo casi hielo cayendo al suelo. Maldito destino, pensó. No puede ser que haya estado tan cerca.
 El silencio cayó como la noche sobre sus recuerdos y sin que pudiera detener su cuerpo se dejó caer sobre la banqueta empapada al mismo tiempo que sobre la pantalla de la computadora. No sabía que hacer ni que decir, tal vez llamar a su casa, tal vez no volverla a buscar, tal vez no saber más de ella, tal vez...

 Tu última pregunta: “¿Tienes miedo de mí o de lo que podrías encontrar a través de mí en ti?” Siempre tuve miedo de lo que podía encontrar a través de ti en mí. Lo único que no puedo responderte es lo que quiero de ti. De lo que sí estoy segura es de que no quiero que desaparezcas de mi vida. Seguramente no va a ser fácil asimilarlo, pero el tiempo nos va a curar, ya verás. Tengo muchas ganas de hablar sin pensar que cualquier cosa que diga puede dañarte. Quiero volver a platicar contigo tal y como lo hicimos en Valle.
 Por lo pronto yo estoy dispuesta que se arregle cualquier mal entendido. Espero haber sido lo suficientemente clara, en caso de dudas tu pregunta, que ahora sí no me voy a quedar en el silencio. Por favor créeme que te quiero muchísimo y no quiero verte sufrir por nada ni por nadie. No me odies por haberme callado las cosas. Dime que me perdonas.

 No había palabras de las cuales poder agarrarse. La noche avanzó lentamente y sin poder dormir un dolor de cabeza le impidió pensar con claridad. Solo había una idea clara, la había perdido. Ahora había un pretexto para recuperar al amigo, al conocido a otro diferente al enamorado que se enterró entre la confusión de ambos. Pensó que tal vez la confusión fue sólo una pantalla y que la realidad era que jamás habría deseado escuchar la verdad.
La puerta del bar estaba entreabierta y sus deseos sólo podían centrarse en las siguientes noches que tenía para olvidar. Imaginó que los suicidas desean ante todo no vivir pero en el fondo tienen miedo de morirse pensando que ambas actividades no son inclusivas. Él en cambio solo deseaba morirse y amanecer en otro lado, en otro cuerpo, en otra época, donde amar a una mujer no resultara tan difícil y menos aún tratándose de una mujer ficticia, alguien que nunca puso sus labios sobre los de él, alguien que no quiso intentar ser feliz o infeliz pero que ahora ya tenía una idea clara de lo que necesitaba para no ser la que en un momento de debilidad sintió que se enamoraba y que ese amor era un pozo sin fondo que se extendía circularmente como el infierno Dantesco.
La luz del sol lo despertó frente a la computadora en reposo, apretó la tecla de la barra espaciadora esperando haber soñado todo aquello que había pasado frente a sus ojos. La máquina sin entender de sentimientos se encendió en la primera página de la carta que no deseaba volver a ver y sus zapatos aún mojados le hicieron saber que tenía algo muy similar a una bronquitis. No había sido un sueño, no había forma de despertar dentro del sueño injusto de no tenerla y de haber estado tan cerca.
"Seguramente ya tiene novio", pensó mientras la pantalla preguntaba, ¿desea salvar los cambios realizados? No. Dijo en voz alta. No deseo salvar nada.
El destino miró desde las alturas cómo el hombre es capaz de interpretar todo a su antojo venciéndose antes de tiempo. Sabía la respuesta a todas las dudas que le quedaban sobre el amor y las mujeres y sin embargo no le iba a decir una palabra para esperar que despertara de su propio sueño, tal vez porque en el fondo el susodicho destino sabía que nunca es demasiado tarde, que adelante es hacia cualquier lado y que el amor es solo el comienzo de una historia. El resto son los recuerdos.
 

Abel Velázquez