Lo encontraron allí por la bocana. Quispe había ido a
buscar machas, al amanecer, y el fue el que lo vió primero.
Parecía que se hubiera tragado todo el mar – me dijo Quispe
la tarde siguiente.
¿Ya lo han identificado? – pregunté.
Debe ser fácil porque la cara está intacta, no es un
sello – ironizó Quispe.
Pero no pudieron identificarlo. Lo más extraño fue que
en uno de los bolsillos del pantalón encontraron un billete de una
libra, el cual no está en circulación desde 1965.
Puede que sea el ahogado del “Caplina” que todos hablaban allí
en la Herradura – dijo Quispe.
Me puse a recordar. Mi padre nos llevaba de chicos a La Herradura donde
aún se veía la carcaza del Caplina, barco que había
encallado allí en el verano de 1962. La idea de que este podía
ser el capitán ahogado del Caplina surgió en mi mente, y
decidí averiguar algo más. No por nada estaba de merecidas
vacaciones del trabajo, y tenía tiempo de sobra.
Mis estudios me llevaron por Municipalidades, por la capitanía del Puerto del Callao, y luego de haber entrevistado a testigos e inclusive sobrevivientes del naufragio del Caplina, esta es la historia que les relato. He cambiado los nombres para proteger al capitán, la tripulación y a los pasajeros. Por otro lado, he unido algunos cabos sueltos donde la información no es fidedigna o contradictoria. Pues allí voy con la historia.
El “Caplina” era un vapor fabricado en Inglaterra entre 1910 y 1912. Tenía 70 metros de eslora y era activado por una máquina de vapor Wheaton de 35HP. Botado en el puerto de Southampton, el Caplina tuvo como primer nombre el Kyle Star. Luego de brindar servicios entre Southampton y Bristol. Fue comprado por La Hanseatica de Lima en 1950, y bautizado como Caplina en honor al último rio de la cuenca del Pacífico antes de pasar a Chile. El rio queda en Tacna. Es más, el Caplina hacía viajes entre el Callao e Ilo, a veces recogiendo pasajeros en Pisco.
El capitán se llamaba Horacio Vives. Había estudiado en
la Marina Mercante y antes de pasar a trabajar con el Caplina, había
trabajado en el vapor Abtao durante 5 años. Este se convertía
en su segundo trabajo. Cuando tomó al Caplina tenía 35 años
y se casaría en 5 años más. Sin embargo, recién
se lo entregaron en 1960, porque el vapor tuvo problemas con la máquina
Wheaton y tuvieron que conseguir unos repuestos que tomaron más
de dos años.
Vives se casó en 1962. A su despedida de soltero fueron todos
sus amigos, aunque sólo dos sabían que su novia se casaba
encinta ( esta version fue dada a mí por uno de sus más cercanos
amigos ).
Vives realizó tres travesías entre marzo y agosto de
1962. El trayecto de Lima a Ilo tomaba 15 dias en total para un ida y vuelta,
el resto del tiempo del mes, Vives se la pasaba en casa. Amigos confirman
que alquiló unos altos en Lince, en los cuales se instaló
con su flamante esposa. Era un buen capitán y un mejor marido, en
opinión de su cuñada:
“Jamás le levantó la voz a Isabel” fue lo que me dijo
“Era un ángel”
Y parece que lo era. En octubre de ese año, la tripulación
salió de Lima el 17, llevando 15 pasajeros a bordo. El viaje, ha
sido resumido por uno de los tripulantes, el cual tuve el gusto de conocer
hace 4 dias. El me dijo que el capitán estaba algo intranquilo en
la ida, y revisaba constantemente las cartas de navegación. Prácticamente
no navegábamos de noche. En el día las calderas Wheaton respondían
como nunca, pero hacia el crepúsculo, daba la orden de bajar la
velocidad al mínimo. Sin embargo, llegaron a Ilo en el momento adecuado.
Allí bajaron todos los pasajeros y se quedaron 3 dias en Ilo. Aquí
el relato se lo escuché al contramaestre, quien dijo que sorpresivamente
al capitán le dio por tomar en los bares de Ilo, cosa inusual en
él. Por lo menos 2 de las 3 noches se la pasó en bares, donde
el mismo contramaestre lo tuvo que sacar a rastras en una ocasión,
y evitar una pelea en otra, por lo que se puso muy seriamente a observar
al capitán.
Pero el día del retorno, el capitán estaba algo más
animado, y un brumoso 26 de octubre el Caplina inició su viaje final.
Desgraciadamente, detengo un rato el relato, ya que la bitácora se perdió al momento de encallar el barco. Todos se salvaron menos el capitán Vives, quien asumió esas extrañas responsabilidades de que capitán jamás abandona el barco. Sin embargo, lo que sí pude investigar es que la fecha en que encalló quedó fijada el día 29 de octubre de 1962. La búsqueda del capitán Vives se declaró cancelada el día 14 de noviembre de 1962, y del Caplina no se pudo recuperar gran cosa. La viuda del capitán fue notificada al día siguiente, y hasta 2 meses despues se negaba a ningún servicio fúnebre porque decía que el cuerpo tenía que ser recuperado. Averigue que el código civil de la época declaraba muerto a un desaparecido despues de 7 años de ocurrido, pero inclusive el 1970, la viuda se negaba a reconocer la muerte del capitán. Para entonces, ya tenía un hijo de 8 años. Extraño, porque se pudo volver a casar ( yo nunca la conocí personalmente ), pero por las fotos del matrimonio de 1962 y fotos de hace 3 años, mostraban a una mujer alegre, guapa y con una vitalidad que se salía del bromuro de plata. Nunca se volvió a casar y guardó un extraño luto por el capitán Vives.
Allí fue donde surgió mi mayor duda:¿Podía
el ahogado ser el cadáver del capitán Vives, muerto hace
más de 25 años en el Caplina?. La primera respuesta era no,
porque no mostraba signos de descomposición. Pero por otro
lado, no había desaparecido nadie del gremio de pescadores. Podía
tal vez ser un suicida que se lanzó en el Salto del Fraile, cerca
de los últimos fierros retorcidos del Caplina. Pero de todas maneras,
fui a buscar a su viuda para que idenficara el cadáver. Tenía
que salir de dudas. Aquí viene lo extraño. Ella había
fallecido el día anterior de un colapso cardíaco, mas o menos
a la misma hora en que el cadáver del ahogado fuera encontrado.
Eso me hizo doblemente pedirle, casi morbosamente a una cuñada,
que me acompañara a la morgue para la identificación respectiva.
Ella accedió, y en el camino, entre llantos, me confesó que
la viuda tenía el presentimiento que Horacio regresaría un
día, y que no había noche que regresaba a quererlo y a rezarle
para su pronto retorno. Luego sollozaba y se dormía plácidamente.
A mí me entró un repeluzno a la hora que llegamos a la morgue.
Fue atroz cuando lo vió, comenzó a gritar y dijo que era
él, y sin canas ni nada, que estaba igualito.
Tuve que convencer al médico y pasarle plata a un policía
para retirar el cadáver de Miguel Vives, quien había vuelto
muerto despues de 26 años pero inmaculado en cuerpo.
La iglesia estaba llena, mientras el servicio fúnebre continuaba. Yo estaba en una de las últimas filas de la iglesia, adelante se veían los dos féretros en 1999, mientras que yo me los imaginaba parados, en 1962, dándose el sí eterno. Y ahora, tiempo despues, se volvían a encontrar después de la muerte, para que siguieran el camino de peregrinaje que comenzara mucho tiempo antes.
Nicolas Rovegno