El mar luce imponente
sobre el desierto de los hombres,
su cara,
firme,
serena,
su azul el misterio de una pena.
Caricia en la orilla
en olas,
caricia de tiempos y llanto,
martirio callado y distante,
consuelo de sales y espanto.
El mar remueve mi alma
extendido como alfombra
sobre mis labios
y me arranca de la piel otros soles
para dejar solo su beso
en un instante.
Ya la tarde me ha llevado
hasta sus brazos
donde el fuego de su sal
me ha transformado
en brisa tibia sobre sus olas,
en su espíritu, en su vida,
en su esencia.
Me ama el mar
para llevarme entre su espacio
y arrancarme en el instante
toda duda,
para hacerme con su boca
forma nueva,
forma eterna
y dejarme extendida
sobre su pecho
y absorberme en su caricia.
El mar luce imponente …
y yo no temo,
soy azul, sales y olas
Sobre sus aguas.
Mi espíritu en su espíritu
por siempre,
y sobre sus aguas,
mi nombre.