El pensó que su trabajo estaba finalizado.
Funcionaba cómo esperaba y el producto en todo su interior parecía
una máquina perfecta.
Bien dije. Parecía.
El “mecanismo de relojería” con el que contaba su producto era
para El algo perfecto. Algo limpio. Algo pulcro. Para El.
En el banco de pruebas, el producto daba todos los resultados esperados.
Para El.
Todos los exámenes que el programó para su producto eran
exigentes, pero el producto los pasó sin ningún problema.
Y ahora?.
Ponerlo en el “campo” era el siguiente paso.
No iba a existir problema alguno, ya que una de las pruebas a pasar
por el producto consistía en permanecer en un “campo” ficticio.
El “campo” falso era exactamente igual al verdadero. Cómo no
podía ser de otra manera ya que El creo ambos. Lo único que
hizo fue traer los planos del verdadero y copiando, creó el de pruebas.
Simple.
Llegó el día en que El puso su producto terminado en el
campo. Observándolo objetivamente vió que daba todos los
resultados que esperaba. Todo funcionaba bien. Perfecto.
Pero su objetivo era aún más ambicioso.
Crear otro producto y colocarlo también en el “campo”. Y así
ir creando productos y llenar el “campo” con ellos.
Luego de haber creado el segundo, con el mismo modelo del primero y
pasando éste las pruebas, llegó el momento de colocarlo.
Catástrofe. Todo su plan se derrumbó cómo un derrumbe de piedras desde una montaña.
Pero cómo si ambos pasaron las exigentes pruebas?. Cómo pudo pasar?. Dónde fallé ?. Se preguntaba mientras veía que su “campo” y sus dos productos se destruían.
Elemental. Lo único que se le pasó por alto fue algo tan
sencillo. Algo tan simple que nunca se le pudo haber ocurrido.
Eso tan insignificante hizo que toda su Obra se caiga.
Enfrentarlos.
Poner uno con otro para estudiar sus comportamientos.
En las meticulosas pruebas funcionaban “perfecto” por separado.
Su detalle olvidado antes de colocarlos en el “campo” fue algo tan
simple cómo saber sus comportamientos cuándo uno estaba con
otro.
Resultado : los dos productos terminados se destruyeron entre sí.
No soportaban estar juntos en el mismo campo.
El estaba enojado consigo mismo. Cómo pudo ser tan éstupido
y no haber pensado algo tan elemental cómo lo es enfrentarlos.
Aprendió de su error.
Hizo muchos productos que colocó en su campo. Esta vez aquel
error estaba solucionado. Un producto sabía que debía estar
con otro en un mismo lugar.
El problema que le había sucedido anteriormente ya no existía.
Durmió tranquilo.
Los productos supieron vivir todos juntos en su “campo”.
Comenzaron a preguntarse, para qué Lo necesitamos ?.
Ya podemos crearnos unos a otros.
...se pusieron de acuerdo.
...prescindieron de El.
Walter Ranieri