Montaña
por Javier Revolo


Daría lo que fuera por oír las olas cayendo sobre la arena como cuando tenia 15 abriles, bueno, mayos. Mi sonrisa se ha ido desgastando con los años, los tragos te van cambiando la expresión de la cara y cuando te miro en medio de una tranca de cantina de lujo trato de sonreír con mi sonrisa quinceañera y me sale un rictus de Drácula. Hace tiempo que sé que es un misterio por qué los años pasan, pero eso de los misterios se lo dejo a los arqueólogos, a mí me toca contarte mi vida, que es un rompecabezas de pocas fichas pero que para mí que se ha perdido alguna en el transcurso de algún viaje, se habrá caído de mi maleta. ¿Que dirán mis futuros nietos?, Lo mejor será que agarren su guitarra y salgan a buscar una chica a algún bar, yo por lo pronto seguiré buscando en la habitación del hotel.
 Bueno hoy no vale esconder cartas (aunque no sé por que lo hago, siempre termino perdiendo igual, a lo mejor no sé jugar...) así que agárrame la mano que bajamos por la cuesta mas inclinada de la montaña peruana.
Un día me llamo un diablo, tocó la puerta de mi casa de Chorrillos, cuando miraba entre las persianas la tarde sucia de Lima, ¿Qué te pasa compañero? Todo tiene un fin y lo tuyo es como el agua que chorrea por cualquier rostro, ya sean mocos o lágrimas, a fin de cuentas desde que te conozco eres dueño de tus silencios y de tus carcajadas, ¿De qué te quejas? Eso es algo de lo que no muchos pueden alardear. También tienes tu modo de emborracharte, siempre tan malo, pero nunca dejarás de ser un principiante en esto, una pena. Se despidió con un abrazo y se fue, cuando se iba quise decirle algo pero como que me intuyó y, dándose la vuelta, se puso el índice sobre los labios e hizo que me callara, mejor, ¿a ver qué le dices a un demonio que te dices cosas que ya sabes?
Me pasé la vida peleando, a mi manera, buscando felicidad (y no paro) pero la verdad es que lo único ha sido el sol y la noche, bailar en algún bar, tomar una cerveza y otra, si tengo suerte no me emborracho y lúcido algo me divierto, por ahí puedo verte entre la gente, buscando a tu amor, a ese alguien que tiene entre su pecho y espalda el corazón que quieres succionar. Pero quiero más y chupo más, y me emborracho, así que te pierdo de vista y me hundo en mi propia humareda, me fijo que te ríes y la avidez de tu rostro me descompone los sentimientos por que ya sé que no soy tu víctima. Aquí estamos para eso, para que yo de golpes con el bastón de ciego y tu te alejes con otro, y yo me iré contándole mi vida a las paredes de regreso a mi casa de Chorrillos.
No me sueltes la mano todavía que la curva que viene puede ser jodida. Tal vez en algún verano creía que estar metido en un par de pantalones iba a tener alguna trascendencia, pero la verdad es que solo me hizo buscar mis zapatos para ganarme el cielo. ¿Puedo decirte que te quiero? Sí, ya sé que estoy como estoy, pero eso que importa (ten cuidado con la curva), qué te importa, si nunca más nos vamos a ver, ¿hay luna afuera? ¿No?, Tampoco importa, solo era una forma de decirte algo agradable, esta noche tengo las fichas del rompecabezas boca abajo, y tiemblo de saber que estamos aquí y de que quiero mojarme  en tu saliva y sé que todavía nos quedan otras vueltas agarrados de la mano mientras los arqueólogos escarban entre tus faldas de montaña, ¿sabes? y tengo miedo de tus padres, los miles de padres que tenemos que son como las matemáticas, siempre tan exactos para cagarla. Estoy seguro también de  que los boletos son de ida y vuelta, hay algo que me dice que cuando bajemos de este espacio nos vamos a encontrar otra vez con la cara de los amigos que son como los padres pero en jóvenes y que serán padres con conocimiento de causa aunque sean rebeldes y odiados, y nosotros seremos este espacio pero vacío, dando vueltas, sin nadie que se agarre de la mano y  ellos se reirán de nosotros, rumiando su miseria y su madurez,  y habrá luna afuera pero será una luna de piedra mirando un espacio dando vueltas, seremos este espacio para nuestros amigos, seremos este espacio para alguna noche, para algún recuerdo, mientras caemos dando vueltas con una luna mirando cómo busco las fichas por debajo de la cama.
Bueno mejor será para otro día. Bajemos, que hay que pagar al conductor.

Javier Revolo