Zapatos
por Oscar Centurión

 
El relato será corto, porque la escena duró poco tiempo. Mejor dicho, yo llegué casi cuando comenzaba el desenlace.
Por debajo de la cortina metálica entreabierta, pude ver los pies de ambos.
El hombre usaba zapatos negros, excesivamente brillantes. Podría decirse que eran nuevos. La mujer estaba descalza.
Hubiera seguido de largo de no haber sido por ese chasquido que oí y que me resultó tan familiar. Donde había oído eso antes?. Ese recuerdo aguado debía ser de mi infancia. Era un recuerdo que traía enredadas nostalgias de épocas felices y livianas, de tardes calurosas, de transpiración y de pasto.
Si hubiese podido recordarlo antes, tal vez hubiera dado un golpe a la cortina y la historia de esas personas hoy sería otra.
Pero me quedé ahí, parado en la vereda, mirando ese par de pies enfrentados, tratando de recordar  el origen de ese chasquido leve y poderoso.
De pronto, el sonido grave de una exhalación violenta, sacudió mis pensamientos. Los pies estaban más juntos y gruesas gotas de sangre caliente comenzaron a cubrirlos.
Recordé la navaja con la que siendo niño, conquistaba baldíos, cortajeando yuyos y troncos de árbol. Recordé, ya sin dudas, el chasquido que hacía la pequeña hoja al salir.
Mientras el miedo crecía en mí y hasta que eché a correr, los pies permanecieron juntos. Después no vi más.
La historia de esas dos personas ya había tomado, inexorablemente, uno de dos caminos: el de la condena o el de la salvación